Un país rico en historia, arte y tradición, es conocida mundialmente por su vibrante cultura, desde el flamenco y el arte clásico hasta los famosos encierros de Pamplona. Aunque en su día fue una potencia mundial dominante, siglos de conflictos, dictaduras e inestabilidad económica han dado forma a la España moderna, ahora gobernada por una monarquía constitucional e integrada en la Unión Europea.

Aunque el catolicismo romano ha sido durante mucho tiempo un elemento central de la identidad española -especialmente durante el régimen franquista-, desde entonces ha perdido gran parte de su influencia social. Desde la aprobación de una Constitución democrática en 1978, España ha disfrutado de una mayor libertad religiosa, lo que ha permitido el crecimiento de las comunidades evangélicas, a menudo alimentadas por creyentes inmigrantes. Sin embargo, a medida que aumentan el secularismo y el materialismo, muchos españoles recurren a caminos espirituales alternativos, cultos extranjeros, ocultismo y adicciones en busca de sentido.

España es hoy una nación espiritualmente abierta pero confusa, en la que la religión tradicional ya no ofrece respuestas a una sociedad en rápida evolución. Los evangélicos siguen siendo una pequeña minoría, pero cada vez hay más oportunidades de llegar a quienes están desilusionados con la religión y buscan esperanza. La cosecha está presente, y los misioneros tienen un papel crucial a la hora de llevar la luz del Evangelio a una generación espiritualmente hambrienta en España.